mayo 23, 2011

Algún Lado.

Lisandro me transporta a tardes soñadas de mate en el sur; el sol colorado bañando tu risa, escondiendose por entre las montañas. Le sigue una noche fresca y estrellada, una luna plasmada en las rocas y pinos.
Te imagino abrigado, entre libros, músicas, una lámpara leve y flores. Ahora te prendés uno, mientras me hablás de alguna banda que encontraste por ahí. Sacás el encendedor con un pucho, ya entre tus labios, inclinás un poco la cabeza hacia adelante, hacés girar la rosquita y entrecerrás esos ojos tuyos. Pitás, una, dos. Humo que no me deja verte con tanta claridad, y me pone mal por algunos segundos.
En cierto momento nos vamos a la cama. Te tirás, cansado, quizás te sacás el pantalón o el buso y los dejás tirados por ahí. Me abrazás y nos entrelazamos, entre sábanas y amor. Te doy un beso, te acaricio y me quedo mirandote, perdida entre tu barba desprolija, nariz, ojos, cejas y por último, tus labios. Estupidizada porque me siento una nena enamorada, teniendo enfrente suyo a lo que más quiere. Y necesita conservarlo por siempre, entonces lo cuida, y lo besa, y lo toca, y le habla y le dice todo lo que siente porque se quiere cerciorar, pequeña e ingenua, de que es suyo.
Después nos volvemos uno y floto entre nubes; vuelo, caigo, remonto y después más alto; hasta que vuelvo a mi cuerpo, renovada y agitada.
Nos dormimos tranquilos y traspirados de pasión. Me despierto una o dos veces entre sueños y seguís ahí, con tu carita de paz, navegando en el inconsciente (qué encontrás?), ojos cerrados y relajado. Y otra vez, compruebo, me doy cuenta de que te daría todo lo que me pidieras, de que te regalaría mi vida entera, de que estoy a tu merced y confío, entera, ciegamente.
Me duermo, nuevamente tranquila porque voy a amanecer a tu lado.

(Ese efecto tiene en mí la música de Lisandro combinada con vos)

No hay comentarios:

Siéntate a ver el día.