agosto 11, 2009

Muchedumbre de vacíos.

Estoy parada, en medio de una masa de gente que se dirige al trabajo, la escuela, sus respectivas responsabilidades. Miro, pero no encuentro. Qué busco? Ya lo sé, todo eso que me falta. Pero qué necesito para completarme? De todos modos, soy paciente, comprensiva. Espero, a veces con cierta ansiedad, pero otras; resignada: todo tarda, sobre todo lo que uno desea con tanta intensidad.
No debería preocuparme por esto, pero por alguna extraña razón que aún no logro comprender, sigo y sigo. Me doy máquina. Algunas veces paro, contemplo la situación desde un lugar extremadamente objetivo y pienso "Dios! esto soy yo?, pará! pará!, un poco de paz mental!" y termino con todo. Pero aún así y con todo, sigo, sigo hasta volver a ponerme un límite.
De pronto no me soporto, me detesto. Por qué soy como soy? Por qué soy tan...? Y sin embargo, me entiendo. Entiendo mis errores, mis impulsos, mis idioteces, mis silencios tensos y todo.

En fin, estoy muerta de cansancio. Escucho todo a la distancia, como si me separaran varios metros del lugar o persona que está emitiendo un sonido. Quizás todo sea producto de las cinco horas que dormí, mas los otras noches que tampoco aproveché. Mis ojos se cierran solos y casi no puedo impedirlo, pero cuando me acueste, probablemente no pueda dormir, me conozco: estoy todo el día arrastrándome por el piso y cuando llega la hora de ponerme el pijama, me pongo a leer, escuchar música o algo, y me termino despabilando.
Tengo que estudiar y no quiero. Un cansancio acumulativo (que se viene sumando hace dos, casi tres meses, pero restándole una semana de puro placer en Merlo) me ataca, se apodera de mi humor y me hace actuar como no quiero, o tal vez sí lo quiero, sólo que inconscientemente.

Estoy diciendo puras boludeces.

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