Hoy a la mañana me acordé del sentimiento de rabia, enojo y frustración que me atormentaban en mis días oscuros, y me entendí, más que nunca. Me vi tentada, pero triunfé y no actué. Estoy satisfecha conmigo misma, pero pareciera que sólo yo me siento así. 
Hay veces que me gustaría entregarle a la gente una hoja informativa con la mayoría de mis errores usuales, así no decepciono a nadie, detesto no cumplir expectativas, pero al fin y al cabo, esas expectativas se las crea uno, la mente personal elabora ilusiones y espera cosas de los demás, que quizás estos no pueden dar.
Detesto llorar, y más a las nueve de la mañana. Qué idea magnífica y extremadamente ubicada se le ocurre a mi madre? Preguntarme de la discusión de ayer a la noche. Ya está, mujer! Ya me cagaste el fin de semana por tu ignorancia ingenua y pelotuda, ya me hiciste llorar, ya me hiciste odiarme, ya me hiciste querer ser sincera y después arrepentirme (pues, tu corta mente no hace más que cegarte y taparte los oídos para no escuchar ningún otro sonido más que tu voz), ya está! ya está! Pero no, pareciera que no te basta, querés más y más, hasta destruirme completamente. No creo que sea tu real mecanismo actuar con malicia, pero últimamente no hacés más que remover los puntos delicados. Y este acto, conlleva seguir debilitandome hasta quebrarme. 
[Comento: este escrito está medio mezclado, pero en realidad todo pasó en cuestión de una hora. Mi mente aún sigue pendiente de ello, pero mis ojos ya dejaron de secretar agua salada]
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