No puedo creertela, esta no.
Me pasaste por encima, sin ningún miserable sentimiento, así, sin más.
Te fijaste, por lo menos, que era algo en tu camino? Un árbol que quería llamar tu atención, sin éxito?
Una sola mirada hubiera sido suficiente, me habría salvado. No soy exigente, una señal que demostrara que no pasaba desapercibida.
Pero al fin y al cabo, todo concluye en lo mismo, todo se reduce a eso... Soy irrelevante, una cara más entre toda una muchedumbre.
La gente hace sus rutinas y yo miro. Esperando encontrarte, pero dónde te quedaste? Por qué no te materializás enfrente mío, con tus ojos fijos en los míos?
Me gustaría decir que te fuiste, pero de dónde, si nunca hubo un lugar tuyo y mío? Siempre fui yo sola en un tedioso suplicio interminable. Todo fue en singular, cuando mi mente reproducía las cosas en plural: vos y yo, éramos nosotros, y los verbos se convertían con terminaciones en "-os".
Pero ya está, hoy me pusiste una traba.
Yo caminaba en un sendero inventado, de nubes de colores, en un cielo imaginado. Me dirigía sin mirar, focalizada en el objetivo, nuestro objetivo. Sola, pero sin embargo, me sentía acompañada. Lo que no me di cuenta, fue que las pompas de algodón tenían un agujero, justo en el lugar que pisaba. Y yo caía, y vos ya estabas en el suelo, en otra ciudad. Y yo ni siquiera tenía paracaídas.
Y ahora dónde estoy? En una transición entre mejorar o seguir cayendo? Aprender a volar o continuar viaje abajo?
"Que corto es el amor, y que largo el olvido".
No hay comentarios:
Publicar un comentario